miércoles, 25 de enero de 2017
miércoles, 18 de enero de 2017
EL HORTELANO
EL
HORTELANO.
Había una vez un señor que vivía con tres jóvenes
los cuáles eran sus hijos y lamentablemente la madre de aquellos jóvenes ya no
vivía. Sin embargo un día el padre de aquellos jóvenes decidió crear un huerto
el cual sería patrimonio de los jóvenes; y así fue pusieron manos a la obra y
empezaron con los pocos recursos que tenían. Empezaron con frijoles, maíz,
naranjos, mandarinas y granadas.
Al caer el sol ya habían terminado con la
siembra y ahora sólo quedaba esperar para ver resultados, sin embargo paso
algunos meses y ni siquiera se notaba alguna planta de naranja ni mucho menos de cualquier otra
semilla, el papá de aquellos jóvenes le empezaba
a caer la desesperación al ver qué no daba ni siquiera una planta las semillas,
pero decidió darle a las semillas un poco más de tiempo el cual sería unos dos
meses más tarde cuando por fin la paciencia del señor acabo. Entonces hizo un
llamado a sus tres hijos y les dijo: á pasado mucho tiempo desde que sembramos aquéllas
semillas él cuál al mirar el resultado de que no hay ni siquiera
una pequeña planta les ordenó que desarraigaran todas las
semillas de aquél terreno”. Y así fue,
los jóvenes fueron al terreno dónde iba
a ser su huerto y empezaron a quitar todas las semillas cuando de pronto se
apareció un señor y les dijo: tómense su tiempo poco a poco se dará. Los
jóvenes sorprendidos le dijeron ¿quién es Usted? ¿Y qué hace por aquí? El señor
les contesto eso no importa se dio la vuelta y desapareció conforme se iba
alejando.
Luego los jóvenes decidieron darle un poco más
de tiempo a las semillas, pasando un rato se retiraron y fueron a casa con su
papá y le dijeron lo que había sucedido y le explicaron porque le dieron más
tiempo a las semillas, su papá riéndose les dijo: no digan tonterías, si hace
mucho que nadie visita por aquí porque se pierden”. Más tarde su papá enojado
les dijo: y como van a hacerle caso a un desconocido y a mí no. Les dijo una
vez más: que quitaran toda la siembra”, al día siguiente fueron otra vez al
huerto y los dos hermanos empezaron a quitar todo, hasta la cerca que se le
había puesto.
El hermano menor se puso a pensar sobre de lo
que el señor les había comentado y decidió dejar un metro cuadrado de puros
naranjos para ver lo que pasaba y comprobar si era cierto lo que el señor les
había dicho. Al caer el sol terminaron de quitar todo y fueron a casa muy
insatisfechos. Llegaron con su papá y le dijeron: que el trabajo estaba hecho; al
día siguiente el hermano menor se despertó muy temprano para ir al huerto y así
todos los días hasta que pasasen dos meses para ver lo que sucedía con el metro
cuadrado de naranjos que había dejado pero no tardo su desilusión cuando al
pasar los dos meses no vio ningún resultado. Al día siguiente, fue al medio día
a quitar las demás semillas muy desilusionado y enojado exclamo: “y para esto
las cuide día a día”.
Iba a empezar a quitarlas cuando de pronto
nuevamente el señor de la otra vez le dijo lo mismo. Entonces decidió dejarlo
así he irse a casa y dejar las semillas, pero ya no las cuidaría y así pararon
algunos meses hasta que un día los tres hermanos fueron al mercado que estaba
muy cerca de su casa, muy contentos iban por la calle cuando de pronto chocaron
con el mismo señor y les dijo: ¿tan rápido se olvidan de sus responsabilidades?-
los tres le dijeron: ¿que quien era? y
¿qué es lo que buscaba? El señor con una sonrisa se despidió sin decir nada.
Muy extrañados hicieron sus compras y fueron a casa y prefirieron no decirle nada
a su papá porque ahora si los tacharía de locos. El hermano menor quedo muy pensativo sobre lo del señor y el
huerto. Pasaron las horas y fueron a dormir. Al día siguiente, más temprano de
lo normal el hermano menor salió de casa y los vecinos se preguntaban ¿a dónde irá?
Todavía medio dormido se dirigió al huerto y la sorpresa de aquel joven era que
al llegar pudo observar un árbol con gran cantidad de frutos. El cual pensando
que se había equivocado de camino y prefirió acercarse más para observar bien
si era aquel terreno donde ellos iban a hacer su huerto. Cuando alcanzo a ver
que alguien muy lejos se iba alejando. Observo bien que era el huerto donde él
había dejado aquel metro cuadrado de naranjos e inexplicablemente tenía un árbol,
muy feliz se dirigió a casa. Para decirle a su papá y a sus hermanos lo que
había presenciado.
Llego a casa y les dijo lo que había hecho en aquel tiempo, y que por eso
había un árbol en su huerto. Su papá no podía creer lo que le decía y mucho menos
sus hermanos porque ellos según sabían que un árbol de naranjas crece a una tal
altura normal, y lo que les decía es que era un árbol dé gran tamaño. Luego su papá decidió verlo con
sus propios ojos con un sarcasmo le dijo: “vamos a ver aquel monstruo”.
Su impresión fue que alcanzo a ver el árbol
casi desde su casa, no esperaron más y fueron a verlo, se llevaron tres
costales para traer algunas naranjas: Al llegar vieron aquel árbol frondoso e
inmenso. Que inexplicablemente tenía las hojas más frescas que cualquier otro
árbol y decidieron poner manos a la obra antes de que anocheciera y empezaron a
recoger todas las naranjas de aquel árbol. Terminada la tarea casi anocheciendo,
se fueron a casa muy felices y más el papá pues les dijo: que al día siguiente
irían a vender las frutas al mercado el cual estaba cerca de su casa. Anocheció,
cenaron y fueron a la cama y amaneciendo el papá de los jóvenes muy
entusiasmado los despertó para que fueran a vender al mercado y siempre les
decía que primero Dios se vendería: Los jóvenes agarraron los costales llenos
de naranjas y se dirigieron hacia el mercado.
Al llegar extendieron la fruta encima de una
bolsa y empezaron a venderlas, anocheciendo fueron a casa no tan contentos
porque no se habían vendido las frutas. Iban de camino los dos hermanos y
decidieron correr a la casa para llegar antes que el hermano menor. A mitad del
camino los dos hermanos se encontraron con aquel señor de siempre y les dijo:
¿a dónde van con tanta prisa? y ¿que llevan en esos costales? Respondieron los
dos jóvenes diciéndole: que le importaba y
llevábamos piedras”, el señor
exclamo ¡entonces en piedras se les convertirá! Refiriéndose a los costales de
naranjas. Pasado el rato se acerco el hermano menor y vio al señor que también
se le acerco y le dijo: ¿Qué llevas ahí?, Contestándole el hermano menor le
dijo: llevo naranjas, ¿quiere una?. El señor le dijo: No gracias y en oro se te
convertirá. El joven sin entender la expresión le dijo: Gracias, me tengo que
ir. El señor con una sonrisa se despidió de él. Y el joven se dirigió a casa.
Al llegar estaban sus dos hermanos
esperándolo en la puerta para que su papá no les dijera nada, entraron así los
tres juntos y su papá le dijo: al primer
hermano que descargara la fruta en una caja para que no se echaran a perder
entonces vacio el costal en la caja y la sorpresa fue que al descargar toda
la fruta no era más que puras rocas. El señor guardo la calma y le dijo al
segundo hermano que hiciera lo mismo y también le había sucedido lo mismo. El
padre de esos jóvenes muy airado les dijo: de seguro nada más se la pasaron
jugando y no estuvieron al pendiente de las frutas. Y entonces le dijo al
hermano menor que igual descargara la fruta en una caja, entonces paso que al
voltear el costal empezó a caer doblones de oro. Muy sorprendidos miraban como
todo el oro no cupo ni en dos cajas. El cual era algo inexplicable, no sabían y
ni siquiera se imaginaban lo que le había sucedido a los jóvenes pero con toda
y la impresión prefirieron irse a dormir y a pensar lo que había sucedido con
las frutas. Al día siguiente despertaron muy felices sin explicación alguna.
Era de madrugada como acostumbraban cuando de pronto alguien toco a la puerta.
Se acercaron a la puerta preguntando ¿quién?, Pero nadie respondió. Entonces
abrieron la puerta, en la cual estaba el señor y les entrego una carta la cual
estaba con el remitente en cursiva. Sin más palabras se retiro del aquel lugar
el señor.
Los jóvenes y su papá se preguntaban ¿Quién
era?, sin más preguntas decidieron abrir la carta. Se pusieron a leerla y
decía: Hola soy alguien que tal vez no conozcan pero yo a ustedes si los
conozco, pero eso no importa lo que importa ahora es la razón por la cual les
entregue esta carta. Se abran dado cuenta que es bueno ser sincero y las
consecuencias que traen al no ser sincero, por eso les he regalado todo el oro
que hice junto con mi huerto. “El cual se lo di al más sincero de ustedes”,
espero lo aprovechen y quiero que hagan con ello el huerto que quieren, pero
claro con mucha paciencia y que hagan una casa para ustedes, que construyan las
escuelas que se puedan y así puedan estudiar todos los jóvenes de este pueblo
incluyéndolos a ustedes y esto es todo lo que quiero que hagan y así poder
estar en paz, ¡disfrútenlo!
Muy contentos los jóvenes y su papá hicieron
todo lo dicho en la carta sin escusa alguna, pues había dinero suficiente para
eso y más. Visto esto el hortelano decidió seguir su marcha y por fin poder
descansar en paz, pues ya nadie hablaría mal de los hortelanos y mucho menos de
los huertos.
Pedro Guzmán Luna
29/Noviembre/2016
LA HISTORIA DE JUN EN BIOLOGIA
La historia de Juan en Biología
Les contare de un joven
llamado Juan
¡Caramba
todo me sale mal! expresaba Juan constantemente y es que no es para menos;
siempre llegaba tarde, es el ultimo en acabar nunca consigue premios y para
colmo es flojo dentro del salón de clases
¡Esto tiene que
cambiar! se propuso un buen día cansado de que sus compañeros de biología le
recriminaran por su poco esfuerzo al realizar tareas y trabajos.
Y es que había optado
por no intentar si quiera realizar una sola actividad en la clase.
¿Para qué preocuparme
en hacer trabajos que mis compañeros terminan? Mejor no me esfuerzo y que lo
hagan por mí…
No es una gran idea
dijo un compañero. Lo que verdaderamente cuenta es participar y entregar las
tareas y trabajos a tiempo cooperar en clase y a si habrá la satisfacción de
haber participado y cooperado con los compañeros y el profesor te dará buenas
notas.
VERONICA VAZQUEZ LÓPEZ 30-NOV-2016
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