HABIA UNA VEZ UN GATO PINTO
Este era un gato muy bonito y juguetón me segupia mucho cuando por las mañanas realizaba mis quehaceres, no era sucio, ni lambiscón, todos los días se le daba de comer y cuando salía me esperaba hasta que por la tarde yo regresaba, era demasiado quieto y no hacia destrozos en la casa.
En una ocadión yo teia una bufanda que estaba por terminar y fui a la cocina a hacer la comida y me tarde un poco; cuando regresé encontré desecha mi bufanda y el hilo todo enredado, pero mi gato era felíz jugando con el estambre
Tenía ganas de darle un par de zapes, pero me miraba tiernamente y muy contento con sus ojos azules, así como el agua cristalina; sentí lástima y lo perdoné por su travesura.
De nuevo empecé a tejer y tuve más cuidado de no dejar el estambre cerca del gato travieso; yo lo quiero mucho y soy feliz porrque siempre me acompaña y todas las noches duerme conmigo.
Un buen día por la mañana mientras paseaba por el tejado, se encontró con una gatita blanca muy hermosa y de ojos verdes con quien jugueteaba todo el tiempo, pasaban mucho juntos y al final hasta tuvieron gatitos, ahora todos viven en mi cas, llenándola de mucha alegría y diversión.
ARCOS GUZMAN MELINA 15 DE MARZO DE 2016
jueves, 17 de marzo de 2016
EL CAMPESINO Y LOS LEÑADORES
El campesino y los
leñadores
Había una vez un
campesino que le gustaba mucho sembrar, cultivar, cuidar y regar sus flores y
sus frutos un día se puso a llover cundo el campesino estaba cultivando.
El campesino se metió
corriendo a su casa, cerró las ventanas y las cortinas lo más rápido que pudo.
La lluvia estaba acompañada de aire que soplaba muy fuerte todo salía volando no
paraba por nada duro toda la noche y hasta la mañana del día siguiente termino
de llover, el campesino salio de su casa se dio cuenta de que ya había parado
de llover, salio corriendo y alegre por que al fin iba a seguir cultivando pero
cuando se dio cuenta sus terrenos donde el cultivaba habían desaparecido.
Estaba lleno de árboles, tierra, agua y una que otra rana que salio volando con
el aire, el campesino se puso triste por que el quería seguir cultivando.
Se metió triste a su
casa se sentó y se puso a pensar como le iba a hacer para que sus terrenos
fueran como antes y se acordó que cuando fue al pueblo habían unos leñadores
que le podían ayudar fue al pueblo y se dirigió hasta donde estaban los dos
leñadores y les pregunto disculpen me podrían ayudar es que unos árboles
cayeron en mis terrenos y no puedo
seguir cuidando de mi cultivo. Uno de los leñadores le respondió con mucho gusto
le ayudamos, el campesino se puso feliz, los dos leñadores fueron a los
terrenos del campesino y vieron el desastre que había echo la lluvia y el aire los
leñadores agarraron sus hachas y empezaron a cortar los árboles, con las palas
quitaron la tierra y le construyeron un canal para que cuando llueva el agua no
se quede estancada y se fuera por ahí, las ranas las quitaron y las pusieron en
el río.
Todos sus cultivos
estaban como nuevos sus plantas floreadas y sus vegetales y frutas habían
quedado como si no les hubiera pasado nada, el campesino para agradecerles a
los leñadores corto algunos de sus vegetales y les hizo una deliciosa ensalada.
También les dio frutas como naranjas, uvas y manzanas para que se las comieran
en le camino, los leñadores quedaron felices por su trabajo y por la forma de
cómo les pago el campesino FIN.
Autor: Dyllan Alexis
Martínez Alarcón
15 DE Marzo del 2016
PEQUEÑO LOBITO
El pequeño lobito
El pequeño lobito había quedado
huérfano y papá sol y la mamá luna decidieron adoptarlo, un día el lobito quedó
al cuidado de papá sol, pero papá sol se distrajo porque paso una nube por
enfrente de él. Y lobito se perdió en el bosque obscuro en donde papá sol no
podía verlo, papá sol busco todo el día pero no encontró a lobito, por la tarde
ya cansado y vencido acudió a mamá luna, quien salió apresuradamente con todo
su esplendor al caer la noche y comenzó a llamar a su lobito.
Mientras lobito que estaba muy
asustado en lo profundo del bosque subió a lo
alto de unas rocas y comenzó a llamar a su madre con un aullido fuerte y
claro que retumbaba en todas partes y así mamá luna y lobito se encontraron,
ella dándole luz con todo su amor para guiarle y el aullando para avisarle
donde está.
Autor: Josué Alfonso Olalde García
17 marzo 2016
JEFF
Jeff el Asesino
Extraído de un diario local
Después de semanas de asesinatos inexplicables, el desconocido asesino
todavía ronda por este lugar. Tras las escasas pruebas encontradas, una joven
afirma que sobrevivió a uno de los ataques del presunto asesino. Con valentía,
nos cuenta su historia .Jeff el Asesino
"Tuve un mal sueño y me desperté en medio de la noche", dice
la joven, "vi que por alguna razón la ventana estaba abierta, aunque
recuerdo que la cerré antes de irme a la cama. Me levanté y la cerré una vez
más. Luego, simplemente me metí debajo de las sábanas y traté de volver a
dormir. Fue entonces cuando tuve una sensación extraña, como si alguien me
estuviera observando. Miré hacia arriba y casi salto de la cama.
Ahí, descubiertos por el pequeño rayo de luz que iluminaba entre las
cortinas, había un par de ojos. No eran ojos normales, sino oscuros y
siniestros, bordeados de negro. En ese momento vi su boca. Una sonrisa ancha,
tan horrenda que hizo que todos los pelos del cuerpo se me erizaran. La figura
se quedó allí, mirándome. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad,
habló. Dijo algo, una simple frase, pero dicho de una manera que solo un loco
podría hacerlo:
"Ve a dormir."
Se me escapó un grito. Él sacó un cuchillo. Su objetivo era mi corazón,
saltó a mi cama, pero yo me defendí. Le di una patada, que él esquivó, en
seguida me derribó de un golpe y me sujetó. Fue entonces cuando mi padre entró.
El hombre lanzó su cuchillo, como respondiendo a un acto reflejo, que
atravesó el hombro de mi padre. Probablemente habría acabado con él de no ser
porque uno de los vecinos alertó a la policía, quien había sorprendido al
intruso cruzando el techo de nuestra casa.
La policía descendió de sus coches patrulleros. Incluso yo me quedé
anonadada cuando escuché sus pisadas en el césped de la entrada: había sido muy
silenciosa y precavida, por alguna razón que no tardaría en conocer. El hombre
se volteó, mientras la puerta principal se quebraba ante los golpes de los
policías armados, y huyó por el pasillo. Escuché un ruido, como si se hubiera
roto un cristal. Cuando salí de mi cuarto, vi que la ventana que estaba apuntando
hacia la parte posterior de mi casa se había roto. Lo vi desaparecer en la
distancia.
Te puedo asegurar una cosa: nunca olvidaré esa cara, aquellos ojos fríos
y esa sonrisa psicótica nunca saldrán de mi cabeza.
La policía todavía está en la búsqueda de este hombre. Si ves a alguien
que encaja con la descripción del sujeto de esta anécdota, por favor, ponte en
contacto con su departamento de policía local. Ahora que sabes un poco sobre
Jeff, seguramente te preguntarás por qué lo hace. Para saberlo, tendremos que
retroceder un poco más en el pasado.
Jeff y su familia acababan de mudarse a un nuevo vecindario. Su padre
había conseguido un ascenso en el trabajo. Pensó que sería mejor vivir en una
de esas casas de "fantasía". Sin embargo, Jeff y su hermano Liu no
podían quejarse. Mientras desempacaban, uno de sus vecinos pasó por allí, era
una mujer relativamente joven.
"Buenos días, soy Bárbara, vivo al otro lado de la calle, solo
quería presentarme a mí y a mi hijo", se da la vuelta y llama a su hijo,
"Billy, estos son nuestros nuevos vecinos."
Billy dijo hola y corrió de nuevo a jugar en su patio.
“Bueno”, empezó la madre de Jeff, "Yo soy Margaret, este es mi
marido Peter, aquí están mis dos hijos, Jeff y Liu."
Cada uno de ellos se presentó, Bárbara los invitó al cumpleaños de su
hijo. Jeff y su hermano intentaron protestar, pero su madre aceptó encantada.
Cuando Bárbara por fin se fue, Jeff encaró a su madre.
“Mamá, ¿por qué una fiesta infantil? Por si no lo ha notado, ya no soy
más un niño."
"Jeff", replica su madre, "Nos acabamos de mudar aquí,
debemos demostrar que queremos pasar tiempo con nuestros vecinos. Iremos a esa
fiesta."
Jeff intentaba protestar, pero se detuvo, sabiendo que él no podía hacer
nada. Siempre que su mamá decía algo, era definitivo. Jeff se encierra en su
cuarto y se deja caer sobre su cama. Él se acuesta allí mirando su techo, poco
a poco lo invade una extraña sensación. No es tanto un dolor, pero sí una
sensación extraña. Lo ignora y lo confunde con un sentimiento al azar, de esos
que te persiguen cuando experimentas una duda muy profunda.
Al día siguiente, Jeff se prepara para la escuela. Mientras estaba
sentado, tomando su desayuno, una vez más padece esa sensación, esta vez más
fuerte. Y le afligió un dolor, como un leve tirón, pero nuevamente lo ignoró.
Liu y él terminaron su desayuno y se dirigieron hasta la parada de
autobús. Mientras aguardaban, un chico montado en una patineta salta sobre
ellos, a solo unos centímetros por encima de sus rodillas. Ambos se sobrecogen
por la sorpresa.
"¡Hey! ¿Qué diablos?"
El chico se cayó y se volteó hacia ellos. Pateó la patineta y, al
rebotar esta por uno de sus costados, la sostuvo con sus manos. El chico parece
tener cerca de doce, un año menor que Jeff. Lleva una camisa de Aeropostal y
pantalones vaqueros azules algo rasgados.
"Bien, bien, bien. Parece que tenemos un poco de carne nueva."
De repente, aparecen otros dos chicos. Uno de ellos es súper delgado y
el otro es enorme.
"Bueno, ya que son nuevos aquí, me gustaría presentarnos. El de ahí
es Keith y el otro es Troy. Y yo soy Randy. Ahora, para todos los niños en este
barrio hay un pequeño precio por el pasaje, si es que me entienden."
Liu se puso de pie, listo para golpear al chico, pero sus dos amigos
levantan sendas navajas hacia él, en actitud ofensiva.
"Esperaba que fueran más cooperativos. Parece que tendremos que
hacerlo de la manera difícil."
Keith le pegó un puñetazo en el estómago a Liu, y Troy lo estrechó
contra el piso. Randy se acercó a Liu, rebuscando en sus bolsillos y extrajo, al
fin, una billetera. Jeff, inmóvil, padecía esa sensación desagradable, fría,
erizada de ardores insoportables. Ahora ha sido muy potente, demasiado potente.
Se pone de pie, pero Liu le hace gestos para que vuelva a sentarse en la banca
de espera. Jeff lo ignora y se acerca a los chicos.
"Escúchame bien, pequeño punk, devuélvele la billetera a mi
hermano, de lo contrario…"
Randy guarda la billetera en su bolsillo y saca su cuchillo.
"¿Ah sí? ¿Y qué vas a hacer?", se mofa, mientras desfila su
cuchillo frente a la cara de Jeff. Pero este, en un movimiento rápido, toma la
muñeca de Randy y se la rompe. Randy soltó un terrible grito; de inmediato,
Jeff tomó el cuchillo caído. Troy y Keith se asustaron, indecisos ante los
chillidos de dolor de su líder, y trataron de huir, pero Jeff es demasiado
rápido. Lanza a Randy al suelo y arremete contra Keith, apuñalándolo en el
brazo.
Keith se arranca el cuchillo y lo deja caer al piso, cayendo al suelo en
medio de gritos espantosos. Troy continúa corriendo, pero Jeff logra
alcanzarlo. No necesita ni siquiera el cuchillo. Le aprieta la garganta y con
la otra mano le da de lleno en el estómago una serie de puñetazos, que obligan
a Troy a vomitar incluso la cena de la noche pasada. Liu está perplejo, mudo de
asombro.
"Jeff, ¿cómo?", susurra brevemente.
Saben que serán culpados por todo el asunto, así que empiezan a correr
tan rápido como les es posible. En tanto corren, ladean sus rostros hacia atrás
y logran ver al conductor del autobús corriendo hacia Randy y sus compinches.
Cuando Jeff y Liu llegaron a la escuela, no se atrevieron a contar lo
que pasó. Todo lo que hacen es sentarse y escuchar. Liu se apaciguaba pensando
en que su hermano solo había golpeado a unos cuantos chicos, pero Jeff disfrutaba
del oscuro goce de sentirse poderoso, superior, la necesidad de lastimar por el
mero placer de demostrarlo.
Cuando llegó a casa, sus padres le preguntaron cómo había sido su día, a
lo que Jeff respondió con una voz un tanto desanimada:
"Fue un día maravilloso."
A la mañana siguiente, oyó que llamaban a su puerta. Caminó hacia abajo
para encontrar a dos policías en la puerta y a su madre mirándolo con expresión
de enojo.
"Jeff, estos oficiales me dicen que atacaste a tres niños, que no
fue una pelea normal, los heriste con un cuchillo."
La mirada de Jeff se sepultó en el suelo.
"Mamá, fueron ellos los que nos atacaron a Liu y a mí".
"Hijo", se pronunció uno de los policías, "encontramos a
tres chicos, dos apuñalados y uno tiene un moretón en el estómago, tenemos
varios testigos de que los vieron huyendo de la escena. Ahora, ¿qué tienes que
decir ante esto?".
Jeff sabía que era inútil. Él podía decir que su hermano y él habían
sido atacados por ellos, pero no había pruebas de tal hecho. No podría decir que
no estaban huyendo, porque a decir verdad sí lo hacían. Así que Jeff no podía
defender ni a Liu ni excusarse a sí mismo.
"Hijo, llama a tu hermano."
Jeff no podía hacerlo, ya que fue él quien golpeó a todos los niños.
"Señor... Fui yo", declaró Jeff, "yo fui quien atacó a
los niños, Liu trató de detenerme, pero no pudo."
El policía miró a su compañero y ambos se sorprendieron.
"Bueno, chico, parece que te espera un año en prisión..."
"¡Esperen!", gritó Liu. Todos se sorprendieron al verlo
sosteniendo un cuchillo. Los oficiales sacaron sus armas y apuntaron a Liu,
"Esperen por favor, no disparen, Jeff es inocente yo hice todo, perdí el
control, me golpearon un poco esos punks y me enojé. Tengo las marcas para
probarlo."
Él levantó su camisa para revelar heridas y moretones, como si hubiera
estado en una lucha.
"Hijo, solo tienes que dejar el cuchillo", dijo el oficial.
Liu soltó el cuchill, levantó las manos y se acercó a los oficiales.
"No, Liu, fui yo, ¡yo Lo hice!", gemía Jeff con lágrimas
corriendo por su rostro.
"¿Eh?, pobre hermano, tratando de tomar la culpa de lo que
hice", sonrió tristemente Liu.
La policía llevó a Liu a la patrulla.
"¡Liu, diles que fui yo, diles, yo fui quien golpeó a los
niños!"
La madre de Jeff puso las manos sobre sus hombros.
"Jeff, por favor, no tienes que mentir, sabemos que fue Liu, puedes
detenerte."
Jeff observa con impotencia cómo la patrulla se aleja. Unos minutos más
tarde, el padre de Jeff se detiene en el camino de entrada, examina rápidamente
la cara de Jeff y sabe que algo anda mal.
"¿Qué sucede?"
Jeff no puede responder. Sus cuerdas vocales están tensas por el llanto.
En cambio, la madre de Jeff lleva a su padre a una habitación aparte. Jeff
llora sin descanso. Tras una hora de pensamientos extraviados y deseos fallecidos,
vuelve a entrar a la casa. Sus padres están tristes y decepcionados.
Él solo quiere a dormir, en la esperanza de que el sueño le haga olvidar
sus males. Pasaron varios días, sin noticias sobre Liu. No hay amigos para
distraerse, nada más que tristeza y culpabilidad; por lo menos, hasta el
sábado, día en que Jeff se despertó y vio a su madre jovial y risueña.
"Jeff, hoy es el día", saluda mientras abre las cortinas y la
luz alumbra el cuarto de Jeff.
"¿Qué, qué día es hoy?", pregunta Jeff semidormido.
"Hoy es el cumpleaños de Billy", le responde su madre.
Jeff se despierta rápidamente.
"Mamá, debes estar bromeando, ¿verdad? Cómo puedes esperar que vaya
a una fiesta después de...”Hay una larga pausa.
"Jeff, ambos sabemos lo que pasó. Creo que esta fiesta podría ser
lo que ilumine estos últimos días. Ahora, vístete."
La madre de Jeff sale de la habitación y baja para prepararse. Jeff
lucha por levantarse, realmente no tiene ánimos de hacerlo. Elige al azar una
camisa y un par de pantalones vaqueros y baja por las escaleras. Su madre y
padre se han vestido muy formalmente.
"Jeff, ¿es eso lo que vas a usar?"
"Mejor ve y busca otra cosa", le recomienda su madre,
disimulando su fastidio con una sonrisa.
"Jeff, a esta fiesta tienes que ir bien vestido, si quieres causar
una buena impresión", explica su padre. Jeff empieza a gruñir y vuelve a
subir a su habitación.
"¡No tengo nada de ropa elegante!", grita desde las escaleras.
"Solo tienes que elegir algo decente", insiste su madre.
Mira a su alrededor, pero no encuentra nada "decente". En su
armario hay un par de pantalones de vestir negros que tenía para las ocasiones
especiales, pero le hace falta una camisa que combine perfectamente.
Hurgando durante unos minutos todavía, lidiando con que eso sí encaja y
aquello no, logra toparse
con una sudadera con capucha blanca, tendida en una silla. Le convence,
así que la usa.
"¿Eso es lo que llevarás?", le preguntan sus padres. Su madre
mira el reloj.
"Oooh, no hay tiempo para cambiarse, vámonos de una vez."
Cruzan la calle hacia la casa de Bill. Tocan a la puerta, siendo
recibidos en el acto por Bárbara junto y su esposo, quienes los invitan a
pasar. Dentro de la casa abundan los adultos, Jeff no descubre el menor indicio
de un niño.
"Los chicos están en el patio, Jeff… ¿Qué te parece si conoces a
algunos de los niños?", le invita Bárbara alegremente.
En efecto, los niños están corriendo por el patio en trajes de vaqueros
y se disparan los unos a los otros con pistolas de plástico. Jeff se queda de
pie, algo incómodo. Entonces un chico se le acerca y le entrega una pistola de
juguete y un sombrero.
"Hey, ¿no quieres jugar?"
"Ah, no creo, eso es para niños, estoy demasiado viejo para estas
cosas."
El chico lo mira con expresión de cachorrito enternecedor.
"Por fa", suplica.
"Está bien", murmura Jeff. Se pone el sombrero y finge
dispararle a los niños. Al principio piensa que es totalmente ridículo, pero
luego comienza a sentir que es realmente divertido. Puede que no sea algo súper
genial, pero es la primera vez que él ha hecho algo que tiene fuera de su mente
a Liu.
Así que juega con los niños por un rato hasta que escucha un ruido, como
de pesadas y diminutas ruedas girando en sus ejes. Luego, algo lo golpea en la
nariz, parece una piedra. Cuando reacciona, se encuentra ante Randy, Troy y
Keith, todos acaban de saltar a través de la valla, balanceándose en sus
patinetas. Jeff deja caer el arma de juguete y se quita el sombrero. Randy le
clava en los ojos una mirada llena de ardiente odio.
"Hola, Jeff, tenemos algunos asuntos pendientes."
"Creo que estamos a mano, después de todo, los vencí a todos
ustedes… ¡Son una mierda!", le espetó Jeff.
"Oh, no, no hay manera. Te patearé el culo ahora mismo."
Randy se lanza sobre Jeff. Los dos caen al suelo. Randy golpea a Jeff en
la nariz, y Jeff lo agarra por las orejas y le da de cabezazos. Luego lo aparta
de un fuerte empujón. Los niños gritaban, corriendo donde sus padres, quienes
aún estaban dentro de la casa. Troy y Keith desenfundan pistolas de sus
bolsillos:
"Será mejor que nadie nos interrumpa."
Randy saca un cuchillo y apuñala a Jeff en su hombro, quien pierde el
equilibrio al intentar evitar la hoja fría del arma. Randy se le abalanzó sin
darle tiempo de respirar, cubriéndole el rostro de patadas. Jeff hizo fuerzas y
tomó del pie a Randy, torciéndolo a sangre fría. Mientras Randy chilla, hecho
un ovillo, Jeff se levanta y se dispone a retirarse cuanto antes. Pero entonces
la mano de Troy le detiene, cogiendo su hombro herido."No lo creo."
Toma a Jeff por el cuello, sin dejar de apretar la herida de su hombro,
y lo lanza contra el piso. Cuando Jeff trata de ponerse de pie, recibe una
patada por parte de Randy, descargando más patadas hasta que le obliga a
escupir sangre.
"Vamos, Jeffy, ¡pelea conmigo!"
Coge a Jeff del brazo y lo avienta fuera del patio, a la cocina. Toma
una botella de vodka, puesta sobre la mesa, y rompe el cristal en la cabeza de
Jeff.
"¡Pelea!", vocifera Randy, fuera de sí, empujando a Jeff a la
sala de estar a fuerza de patadas y puñetazos, "Vamos, Jeff,
¡mírame!".
Jeff levanta la vista, con el rostro ensangrentado.
"¡Conseguí que tu hermano fuera a prisión, y ahora solo vas a
sentarte aquí y dejar que se pudra allí durante un año entero! ¡Deberías
avergonzarte!"
Jeff empieza a levantarse.
"Oh, ¡por fin! Parece que ya quieres pelear."
Jeff permanece en silencio, con la sangre y el vodka goteando de su
rostro. Esa extraña sensación carcome su corazón, arde en sus venas, ese
impulso animal de supervivencia que se pervierte, que adquiere el fuego de la
locura primitiva.
"Por fin, ¡vamos, arriba!"
En ese momento algo sucede dentro de Jeff. Todo pensamiento piadoso ha
muerto, toda represión racional ha desaparecido, excepto el deseo de la muerte,
la capacidad de engendrar dolor por el placer de saborear el sufrimiento ajeno.
Incluso experimenta un vigor, una energía poderosa que alimenta sus músculos,
que frunce su entrecejo y oprime su cerebro al máximo de adrenalina. No, no hay
pensamientos, no hay siquiera una palabra en su mente, solo instintos, impulsos
terribles e insondables como la naturaleza. Alza el puño y derriba a Randy,
quien ha estado desprevenido, hablando de más. Instantáneamente, en cuestión de
segundos, concentra la fuerza de su cuerpo en su puño y lo imprime directo en
el corazón del pobre diablo.
Randy jadea, cubierto de abundante sudor, agitándose con desesperación.
Golpe tras golpe, Jeff le arrancó su último aliento.
Todo el mundo está mirando a Jeff ahora. Los padres, los niños llorando,
incluso Troy y Keith. A pesar de que esos dos tiemblan sin control ante su
horrible mirada, sostienen sus armas, apuntándolo. Jeff, veloz, se precipita
sobre las escaleras, mientras Troy y Keith abren fuego hasta agotar inútilmente
sus balas. Jeff se encierra en el baño. Toma el pequeño estante donde reposan
utensilios higiénicos, como la toalla y el cepillo de dientes, y lo arranca de
la pared.
Troy y Keith golpean la puerta del baño, forcejeando. Jeff, entonces,
los recibe con el estante en la cabeza, el cual desploma a Troy, dejándolo
inconsciente. Keith, que es más ágil, se inclina y toma impulso sobre sus pies,
esquivando los puños de Jeff y reteniéndolo contra la pared, hundiendo las uñas
en su garganta. Desde lo alto de un escaparate superior, el recipiente de lejía
se tambaleó por el impacto y terminó por derramarse. Ambos se quemaron,
chillando alocadamente por el escozor. Jeff se secó los ojos con el dorso de su
manga y, a ciegas, le propinó a Keith unos cuantos golpes en el cráneo con el
estante arrancado, que recogió del suelo. Mientras se desangraba lentamente, a
Keith se le escapó una sonrisa siniestra.
"¿Qué es tan gracioso?", preguntó Jeff, desconcertado.
Keith sacó un encendedor.
"Lo que es gracioso", dijo, en tanto activaba el aparato y la
llama ardía en la punta del encendedor, "es que tú estás cubierto de lejía
y alcohol."'
Keith tiró el encendedor sobre Jeff. Tan pronto como la llama entró en
contacto con él, encendió el alcohol del vodka. El alcohol lo quemaba... La
lejía le blanqueaba la piel... Jeff dejó escapar un grito terrible, sintiéndose
desmayar del dolor. Corrió por el pasillo, desesperado, aullando, y cayó por
las escaleras. Todo el mundo empezó a gritar, despavorido, procurando auxiliar
al adolescente en llamas, casi muerto, tendido en el piso.
Lo último que vio Jeff era a su madre y a los otros padres de familia
tratando de apagar las llamas. Cuando despertó, tenía un yeso envuelto
alrededor de su rostro. No podía ver nada, también sintió el peso de otro yeso
en su hombro. Trató de levantarse, pero se desplomó. Se sentía tan débil y
enfermizo... Una enfermera se apresuró a ayudarlo.
"No creo que puedas salir de la cama todavía", le dijo.
Jeff se sentó en su lecho, confundido. Finalmente, después de unas
horas, oyó la voz de su madre.
"Cariño, ¿estás bien?"
Jeff no podía responder, su rostro estaba cubierto por el yeso: era
incapaz de hablar.
"Cariño, tengo una gran noticia. Después de que todos los testigos
le dijeron a la policía lo que pasó en la fiesta, ellos decidieron liberar a
Liu. Él estará aquí mañana. Volverán a estar juntos de nuevo."
Jeff por poco pega un salto de alegría que le habría retirado el tubo
que conectaba su brazo al
Suero. Su madre lo abrazó y le dijo adiós. Las siguientes semanas lo
visitaron sus familiares y, al cabo de unos meses, llegó el día en que sus
vendas habrían de desplegarse. Su familia se reunió para presenciar cómo
removían el último vendaje de su rostro.
"Esperemos lo mejor", dijo el médico.
Rápidamente tiró de la última venda, dejando expuesto el rostro de Jeff.
La madre de Jeff dio gritos. Jeff notó los rostros atemorizados de Liu y su
padre
"¿Qué? ¿Qué pasó?", susurró Jeff.
Salió corriendo de la cama y corrió hacia el baño. Se miró en el espejo
y comprendió la angustia de su madre y el temor de su padre y su hermano. Su
rostro. Su rostro es horrible, sus labios se han quemado, semejantes a una
sombra profunda de color rojo; la piel que se extiende sobre su faz es blanca
como la nieve, y su pelo chamuscado ofrece a la vista el negro marchito que
reemplazó a su cabellera castaña.
Deslizó una mano por su rostro. Se sentía como cuero. Volvió a mirar a
su familia y luego al espejo.
"Jeff", suspiró Liu, "No está tan mal..."
"¿No es tan malo?", murmuró Jeff, "¡Es perfecto!"
Su familia quedó completamente sorprendida. Jeff comenzó a reír
incontrolablemente, sus padres notaron que sus manos temblaban.
"Uh... Jeff, ¿estás bien?"
"¿Estar bien? ¡Nunca me he sentido más feliz! Ja, Ja, Ja, Ja,
Jaaaaaa, mírenme, este rostro combina a la perfección conmigo!"
No podía parar de reír. Él se acarició el rostro, mientras se miraba en
el espejo. ¿Por qué se comportaba así? Ustedes recordarán que cuando Jeff peleó
con Randy su mente fue devastada por la locura, una que dormía en su espíritu y
que se alzó infernal y demoníaca cuando su juicio crítico no pudo contener más
los instintos oscuros de Jeff.
"Doctor", inquirió la madre de Jeff, "¿Está bien mi
hijo... Bueno, ya sabe, de la cabeza."
"Oh sí, este comportamiento es típico de los pacientes que han
tenido grandes cantidades de calmantes para el dolor. Si su comportamiento no
cambia en unas pocas semanas, tráiganlo de vuelta aquí y le realizaremos un
examen psicológico."'
"Oh, gracias, doctor."
La madre de Jeff se acercó a este:
"Cariño, es hora de irse."
Jeff mira hacia otro lado del espejo, su cara todavía se ensancha en una
sonrisa loca.
"Ay mamá, ja, ja, jaaaaaaaaaaaa!"
Su madre lo tomó del hombro y lo condujo despacio a tomar su ropa.
"Esto es lo que traía", se limitó a decir la señora de la
recepción.
Los pantalones de vestir negro y la sudadera blanca se hallaban libres
de rastros de sangres. La madre de Jeff lo vistió dentro de una habitación
pequeña.
El crepúsculo de la tarde enrojecía el cielo cuando la familia de Jeff
volvió a casa, ignorantes de que ese sería su último día. Más tarde, a mitad de
la noche, la madre de Jeff se despertó por causa de un sonido proveniente del
cuarto de baño. Parecía el ruido de llanto y de suspiros entrecortados.
Intrigada, se aproximó al baño y abrió la puerta. El espectáculo era horrendo.
Jeff había tomado un cuchillo y se había tallado una sonrisa de oreja a
oreja, surcando sus mejillas exageradamente.
"Jeff, ¿q-qué estás haciendo?"
Jeff miró a su madre.
“No podía seguir sonriendo mamá. Me dolió un poco, ahora puedo sonreír
para siempre.”
La madre de Jeff notó sus ojos, rodeados de negro, ni siquiera
pestañeaba.
"¡Jeff tus ojos!"
"No podía ver mi rostro, me cansé y mis ojos comenzaron a cerrarse,
me quemé los párpados. Ahora siempre podré ver..., mi nuevo rostro."
La madre de Jeff retrocedió lentamente.
“¿Qué pasa mamá? ¿Acaso no soy hermoso?”
"Sí, sí lo eres. D-déjame ir a buscar a papá para que pueda ver tu
bello rostro."
Ella corrió a la habitación y sacudió al padre de Jeff.
"Mi amor, saca el arma que...", se detuvo cuando vio a Jeff en
la puerta, con un cuchillo.
"Mami me mintió."
Eso es lo último que dijo Jeff, antes de lanzarse contra ellos con el
cuchillo de carnicero en alto.
Su hermano Liu despertó de improviso con un desagradable sabor en la
boca y el corazón palpitándole a mil por hora. Creyó que era cuestión de un mal
sueño, así que cerró los ojos.
Cuando se encontraba a un paso de sumirse en el sueño, tuvo la extraña
sensación de que alguien lo estaba observando. Miró hacia arriba, pero antes de
poder decir algo, la mano de Jeff cubrió su boca. Poco a poco, su propio
hermano levantó el cuchillo, con la muerte sombría en sus ojos. Liu se esforzó
por incorporarse, luchó y pataleó, pero el oxígeno huía de su pecho,
ahogándose. Entonces Jeff le susurró con una sonrisa gigantesca y retorcida:
"Shhh ve a dormir."
Kevin Vázquez Álvarez
17/03/16
LAPIDAS
LAPIDAS
Y hoy la fui a visitar... caminando entre lapidas y me
di cuenta que la vida aquí es muy rápida aunque ya lo he dicho antes... quiero
recordarlo hoy, como cuando tu recueras una historia que no debe ser contada
pero escuchas una voz, que te dice cuéntala! te exige por favor nárrale a tus
semejantes... la razón de lo que soy! la historia que se repite en muchas vidas
pero que no todos pueden expresar con tu don y es por eso que tú debes servir
de colección... para eso están los niños... para tocar el corazón! la historia
de la que hablamos dice así: hay un chico en la Ribera que creció como cualquiera
sentado en calles y aceras sin mucha preocupación es fácil para los niños que
de cualquier forma juegan sin pensar que el mundo afuera fue creado pal león,
riendo se pasa el tiempo, jugando olvidas el hambre hasta que vas comprendiendo
la difícil situación, cuando ves a un niño afuera jugando con su Nintendo
viendo como sus dos padres son como en televisión... no pelean, se abrazan,
tiempo con el niño pasan, comunicación enlazan, se dicen frases de amor! hay un
chico en la Ribera que poco a poco comprende que la vida es diferente y que
pudiera ser mejor... el niño que ya ha crecido por capricho del destino
recuerda muchos caminos, vive solo con rencor... nada sueña ni dormido, no
confía ni en sus amigos porque sabe que el camino fue creado pal león... y con
una coraza va, todo en blanco y negro debe ver, en un espejo un día lo vi... y
mi dijo con su voz... buuh! ¿qué tal es verme a mí? el niño es adolecente, vive
solo con su madre porque su padre se ha ido, dicen que aun mundo mejor, su
madre trabaja fuerte pero mientras está ausente, la calle que está caliente le
sirve como tutor... debe madurar temprano, supo que murió su hermano y aunque
no le han preguntado le causo un grave dolor... hay un chico en la Ribera que
poco a poco comprende que la vida es diferente y que pudiera ser mejor... y
ahora es un adulto más que vive entre las animas de sus recuerdo y ve, los días
como páginas de un libro sin final que busca terminarlo hoy, como cuando ves el
final de una historia, sin haber leído nada, pero sientes que hoy debe estar ya
terminada... le dice el corazón, que la vida es asfixiante... se encierra en su
habitación a escribir para sentir que no está aquí... hay un chico en La Ribera
que quiere morir tranquilo, planea meterse un tiro en un banquillo en un callejón,
hasta que un tipo le dijo que la vida es un suspiro, basta verla diferente,
para que ya sea mejor... el tipo cambio su vida, lo inspiro a escribir más
vida, hallar una salida que ayude a su situación un poeta en La Ribera narra
con la frente arriba lo que la razón le diga y lo que dicta el corazón... sin
embargo la mentira suele provocarle irá por lo cual no puede votar
completamente rencor, hay un chico en La Ribera que aunque digan lo que digan
es real como cualquiera que sienta rencor y amor... y hoy la fui a visitar,
caminando entre lapidas y me di cuenta que la vida aquí es muy rápida... pronto
he de acompañarle... mientras tanto voy a cumplir con la misión que tengo aquí
si! y con una sonrisa va, y todo con empeño debe ver... en un espejo un día lo
vi, y me dijo con su voz buuh! ¿Qué tal es verte a ti? FIN
Kevin Vázquez Álvarez
15/03/16
FUTURO INCIERTO
Futuro incierto
Desde el día en que nació fue la alegría que tanto esperaba su madre, después de haber pasado por la amargura de perder a su amado, que falleció al poco tiempo de que ella quedara embarazada.
Para el todo fue muy fácil en un principio, no
tenía mayores preocupaciones y responsabilidades ya que su madre siempre se
preocupó de que viviera su niñez sin notar la ausencia de su padre, por esto
ella tuvo una obligación impuesta por ella misma de trabajar para que al niño
nunca le faltara nada. Sin darse cuenta que se estaba hundiendo en un gran
error, del cual a medida que fueron pasando los años le fue muy difícil poder
remediar, ya que su hijo se fue convirtiendo en un joven, despreocupado de su
futuro y poco consiente del esfuerzo que hacía por él.
Thomas, influenciable como todos a su edad, creyendo tener el mundo en sus manos, dejándose llevar por aquellos que se decían ser sus amigos fieles; Fue dejando de lado sus estudios, por los buenos consejos y valores que le inculco su madre desde pequeño. Esto lo llevo a pertenecer a una banda delictual y de narcotraficantes, que se hacían llamar “Los pelados”. Su madre nunca supo que él se dedicaba a esto, le mintió y el engaño descaradamente aludiendo que todo era fruto de su trabajo, ya que supuestamente abandono sus estudios a temprana edad para trabajar y ayudar en la casa.
Los años fueron pasando, pero ella con su intuición de madre presentía que algo andaba mal, lo notaba distraído y siempre a la defensiva, muchas veces le falto el respeto y otras le reprochaba de haber sido una madre ausente, hasta incluso llego a un punto en que se emborrachaba en su propia casa con sus amigos rompiendo todo tipo de reglas y normas de pertenecer a un hogar decente.
Pero como todo tarde o temprano pasa la cuenta y
sale a la luz. Thomas un día dejo en evidencia una serie de objetos robados y
que posteriormente serian vendidos en el mercado negro, lo que su madre al
entrar a su dormitorio noto inmediatamente que Thomas se había convertido en un
delincuente, lo pensó un instante y el corazón de ella desbordaba en angustia
de solo pensar de que él, su hijo amado la había defraudado enormemente, sus
ojos se llenaron de lágrimas, la tristeza la invadía y el mundo se le cayó a
sus pies.
Después de recobrar el aliento y pidiéndole a Dios la sabiduría necesaria habló con él, pero este no lo pudo admitir ante su madre y su enojo y rabia fueron más fuertes contra ella, por lo que decidió irse de la casa y escapar de los brazos de su madre.
El tiempo fue pasando la cuenta y el ya no tenía las mismas agallas de su juventud, por lo tanto todo callo por su propio peso y en el momento de una de sus a sañas con la banda, su destreza fue puesta a prueba, pero ya no era lo mismo con una bala en el muslo izquierdo, sus amigos no estuvieron ahí para levantarlo y llevarlo con ellos, porque a la final cada uno vela por sí mismo cuando no existe cierto grado de amor al prójimo.
Thomas fue capturado y enjuiciado, le dieron una condena de 10 años y un día.
Lo único que no perdió fue el amor incondicional de madre, ella durante los diez años que él estuvo privado de la libertad, siguió dándole todo su apoyo y comprensión, perdonando su error y a la vez el de ella también, durante todo ese tiempo ella se dio cuenta que tanto sacrificio no valió la pena, el darle todo lo que ella podía no sirvió para nada más que perjudicarlo y crearle un mal habito en el que pensaba que todo se podía conseguir fácilmente en la vida.
Ahí también él pudo comprender todo lo que le decía su madre cuando era niño, que si tenía que salir adelante tenía que ser por su propio esfuerzo, que los amigos no son aquellos con los que sales a una fiesta o a pasarlo bien, si no que son los que te aconsejan siempre con la verdad y te hacen ver tus propios errores.
Luego de cumplir su condena, Thomas regreso a su hogar con su madre, se rehabilito de una u otra forma y después de unos años conoció al amor de su vida, una mujer muy apuesta con la que formó su propia familia.
Su madre falleció unos años más tarde, en su agonía siempre estuvo satisfecha y feliz porque se reencontraría con su amado y a la vez con su conciencia tranquila de que hiso lo posible por ser buena madre, y dar todo por su hijo.
...FIN...
AGUSTIN VILLEGAS COLMENARES
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